V12
¡Qué injusta es la vida!, por mucho que nos empeñemos en ver el lado bueno de las cosas, no logro encontrar nada bueno a que ya no estés con nosotros, a que te hayas ido. ¡Qué injusta es la vida!, ¡qué injusta ha sido la vida contigo, mamá!
Tú, que siempre has vivido por y para todos nosotros. Tú, que te has desvivido por nosotros…Volvías de algún modo a vivir por ti… y la injusta vida no te ha dejado.
Sólo te permitió, en los que no sabíamos que serían tus últimos meses, que los tuyos, tu gente, nosotros, te devolviéramos sólo un poquito de toda la generosidad, el cariño y el amor que tú nos habías dado día tras día, año tras año.
Sólo te dio unos meses en los que fuiste otra mamá. Fuiste mamá desde tu cuna grande, esa cama a la que te viste confinada, en la que te tuviste que sentir sola y apresada. Mamá en la oscuridad de la noche, mamá escribiendo recetas, mamá doblando la ropa. Mamá en el hospital, mamá en silla de ruedas, paseando con sus “tres hijos como tres soles” (dijo una enfermera). Mamá comiendo de nuevo los guisos de su madre, y mamá saboreando un dulce. Mamá llorando y riendo, riñendo y acariciando. Mamá pidiendo perdón por estar enferma. Mamá con dolor, mucho dolor, pero siempre mamá.
Lo único, lo único en lo que la vida te pudo hacer justicia, fue en que te dio tiempo a ver crecer y recoger sólo un poquito de la cosecha de AMOR que habías sembrado. También te dio tiempo a saber que la semilla de esa cosecha vivirá siempre, siempre, en todos nosotros. Lo sabes, y eso es lo único que nos puede ayudar a vivir sin ti.
Etiquetas: ánimo, sentimiento, vida